lunes, 30 de abril de 2012

Planteamientos descabellados (sapos-ranas)


PLANTEAMIENTOS DESCABELLADOS.-
¿Qué pueden pensar los sapos de las ranas?



Diario de un anfibio solitario



            Hoy es un día soleado, y como me siento muy solo, voy a grabar con mis uñas mi pensamiento en el envés de las hojas podridas que me rodean. Enseguida se perderán y se descompondrán, y ya no quedará huella alguna de mis vivencias, pero, ¿no es ese el destino que nos aguarda a todos, al fin y al cabo?
            Hoy es el día siguiente al día soleado, y sigo sintiéndome solo, porque las hermanas ranas que habitan en las cercanías de mi agujero huyen en cuanto me ven y se sumergen en la charca. Yo quiero acompañarlas en ese juego, y no quedarme en tierra atascado como les pasa a mis otros vecinos, los asquerosos sapos, pero algo en mi interior hace que sienta pavor al agua, y no lo puedo superar por más que lo intente.
            Hoy es el día siguiente al día siguiente al día soleado y como tengo hambre, me dispongo a cazar moscas y otros insectos que se posan en el agua. Mis compañeras huyen otra vez al verme y de nuevo me pregunto por qué. No puedo atrapar  un mal bicho que llevarme al estómago y es que, como ayer grabé, no puedo tolerar el contacto con el agua. De vuelta a mi agujero, me apaño comiéndome dos o tres gusanos que he logrado sorprender por casualidad.
            Hoy es el día siguiente al día siguiente al día siguiente al día soleado, y ha pasado algo terrible. Estaba en compañía de mis hermanas (aunque, como siempre, éstas no querían saber nada de mí) cuando ha venido volando un monstruo de pico largo y se ha llevado a dos de ellas de un solo ataque rasante. Todas las ranas hemos huido, pero yo soy muy lento y no he tenido tiempo de esconderme. Para mi suerte, cuando otro monstruo como el anterior ha pasado volando sobre mi cabeza, no me ha cogido, y en ese momento le he oído exclamar: “Puaj, un sapo”. No es la primera vez que oigo a alguien hacer un comentario parecido sobre mí, y es que, inexplicablemente, alguna gente no es capaz de distinguir a las elegantes ranas de los sapos asquerosos. Normalmente esto me deprime, aunque hoy, la verdad, me ha venido de perlas. Ya estoy tranquilo en mi agujero, pero todavía el susto no se me ha pasado. Noto correr un sudor amargo por mi piel verrugosa, empapando todo mi voluminoso cuerpo anfibio.
            Mañana, en fin, será otro día, y con él, otra ocasión de seguir profundizando en el conocimiento de mí mismo y en el porqué de mi soledad.

2 comentarios:

  1. No en vano las ranas y los príncipes solitarios e incomprendidos son un tema recurrente en la literatura infantil. ¡qué hallazgo!

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